Ni Lindsay ni Mary Kate, el rey de los desordenes alimentarios soy yo, ya es un hecho. He estado muchos meses viviendo relativamente sólo, quiero decir, teniendo que hacerme una dieta (y cocinarla yo, que también era mucho). Una dieta que empezó siendo pasta cada tres días, verduras cada dos y carne o pescado casi a diario, pero acabó siendo de un sandwich y/o tres manzanas por día. Así siempre, durante meses, cambiando las 3 manzanas por medio melón cuando estaba de oferta. Es por eso que volver a casa de papá y mamá ha sido como volver de la isla de Supervivientes.
Nada más llegar me comí una empanada que me sentó mas mal que el vestido que se puso Beyoncé en los Oscar el año pasado. Qué horror. Qué dolor de barriga, me comí un trocito normal, como mi hermano, y me sentía como si me hubiera comido cinco cheesburgers de golpe. Ahora entiendo por qué a los supervivientes del programa no les dan mucha comida nada mas sacarlos de allí... En fin, después de un día entero sin volver a comer nada y asimilando la empanada empecé a comer de manera sana, que aunque sea durante el verano dejaré mi dieta manzana-sandwich-melón para darle fuerzas al cuerpo antes de volver a la insalubre vida independiente en Barcelona. Hasta entonces me quedaré dejando que mi mamá me mime (y viceversa), que con lo que la quiero y lo poco que la veo ¡ya me toca!
Un besito para todos vosotros y para vuestras respectivas mamas que seguro que en algún momento de estos dos meses las veis. Que últimamente no hacen mas que subir vídeos de Lady Gaga llorando de felicidad en youtube y estoy muy muy sensible. ¡Cómo soy!
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